No mueren ni envejecen

Las palabras no mueren ni envejecen, las palabras tienen vida y se transformar al uniese a la voz de quien las pronuncia. Cada palabra viaja desde el alma y traspasa el corazón al ser dichas con gracia y verdad. Las letras y oraciones toman forma de la nada, caminan y vuelan junto con el viento, llegan y se van al sostener el aliento. Y al quedar en la mente de aquel que las escucha y las lleva a la acción, evolucionan como la misma vida lo hace día tras día.

Las palabras viajan por el espacio-tiempo, se fugan de un pasado distante como si fuesen escritas o dichas en un presente continuo. Llegando a este instante no tan lejano de esta vida inmediata, rozando nuestra mente y estremeciendo nuestra piel, en un este presente que se respira con exaltación y euforia. Se transportan y mutan, llevándonos a un futuro, el cual sólo percibimos por el conjunto de frases y letras que otros junto con nosotros pronunciamos, únicamente para no dejar morir la fe y la esperanza en nosotros mismos.

Es por ello las llevamos con nosotros para sentirlas en cada suspiro y respiro, percibirlas en cada uno de los fonemas que delicadamente acaricia nuestros labios y susurran una existencia efímera y volátil en nuestra razón. Ellas nos acompañan para recordarnos de que punto partimos y hacia donde nos dirigimos presurosos y temerosos.
Las palabras tienen más fuerza en ellas mismas cuando la pasión de quien con dicha las anuncia, tienen el principio de llevar libertad a aquellas personas que están sedientas de escucharlas. Quienes se apresura y ejercita su prosa, para llevar sentimientos que nacen de la misma existencia del ser humano, y es que aquellos labios que con miel las esperan, encuentran siempre un lugar cálido y confortante para pronunciar las palabras que darán vida a miles de momentos inolvidables.

Porque insisto, sin querer caer en la presunción de mis pensamientos, las palabras no mueren ni envejecen, trascienden a mundos nuevos, reproduciéndose en otros labios, en otros seres. Pero existe algo que aniquila, pues al no ser dichas y callar, todo lo que pueden ser nunca serán.


Así que exprésalas con sabiduría y verdad, no calles y cambia el mundo, tu mundo, palabra a palabra.

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